La profesión de afilador de cuchillos es un oficio entrañable y noble que está enfrentando la extinción. Debido a la cultura desechable y a los aparatos que afilan cómodamente en casa, hoy en día resulta raro ver en las calles a este personaje que suele prestar sus servicios a la comunidad.
Los afiladores o amoladores son personajes típicos que recorren las calles, bien sea de un pueblo o de la ciudad; se hacen notar por su silbato o su flauta y ofrecen los servicios de afilar navajas, tijeras, cuchillos y cualquier otra herramienta de corte. Este oficio, como muchos otros oficios tradicionales, suele ser considerado por todos aquellos que lo practican, como un arte; donde se requiere de gran destreza y precisión al momento de manejar el esmeril. Por esto, es una habilidad que es desempeñada con orgullo y con gusto.
Una tradición a través del tiempo
Para finales del siglo XVII ya existían los afiladores que deambulaban en Galicia con una rueda de piedra cargada sobre su espalda y para el siglo XX este oficio logró una buena parte de evolución, ya que estos personajes comenzaron a movilizarse en bicicleta, otros en moto e incluso algunos en coche. Así mismo, en la época de la conquista esta tradición llegó desde España a México, prestando gran utilidad a todas las cocinas; por lo que se convirtió en una labor que no tardó en extenderse a muchos pueblos de América Latina.
Hoy en día esta profesión está quedando en el olvido, sobre todo por la cultura desechable implantada en muchos países, donde los objetos son usados y tirados; lo que ha supuesto un duro golpe para estos trabajadores. Además, hay que añadir a esto la presencia en el mercado de aparatos especialmente diseñados para afilar la hoja de estas herramientas culinarias; se trata de eficientes afiladores que han resultado de gran utilidad tanto para los hogares como para las grandes cocinas.
No obstante, pese a que se trata de una tradición que en enfrenta la decadencia, los servicios de un afilador resultan ser más preciados en países en vías de desarrollo, ya que la mayoría de la población no cuenta con los recursos económicos para reemplazar sus herramientas de corte o para comprar un afilador de cuchillos.
Descubre cómo es la técnica del afilado
El proceso de afilar un cuchillo es algo que puede tardar desde algunos minutos hasta horas e incluso meses, tal como ocurre en los países orientales cuando de afilar katanas se trata. Para el afilado tradicional el afilador utiliza el esmeril, un mineral de gran dureza y capaz de afilar la hoja de un cuchillo, navaja o tijeras. Para ello, el experto toma el cuchillo por el mango y lo mueve con destreza desde la punta hacia atrás y viceversa.
La idea es que el esmeril solo toque la parte filosa de la hoja, para lo cual se debe mantener un ángulo que podría variar entre 12 y 20 grados. Este ángulo de inclinación deberá ser tomando en consideración según el uso que se le dará a la herramienta, si se trata de un cuchillo cocinero, carnicero o jamonero. También se deberá evaluar tanto el perfil como la curvatura de la hoja, ya que de todo ello va a depender un óptimo resultado de corte. Además, cuando se utiliza un motor eléctrico, es fundamental humedecer el mineral con agua para mejorar el procedimiento.
Así mismo, se debe tener en cuenta que la mayoría de los cuchillos deben ser afilados con una piedra esmeril que sea plana y de grano fino, ya que aquellas de grano grueso tienen a deteriorar rápidamente el filo de la hoja; con la consecuente pérdida de vida útil de la herramienta.
Conoce la historia de Gregorio González
Gregorio González es un afilador de profesión, vive en Salta (Argentina) y durante 35 años ha recorrido con su vieja bicicleta que data de hace 50 años, las calles del Valle de Lerma. Con su medio de transporte de dos ruedas, este personaje lleva toda una vida ofreciendo sus servicios de amolador y afilador de tijeras, cuchillos y demás utensilios de corte en los diferentes barrios de esta región. Durante este tiempo, ha trabajado en Buenos Aires y en Bolivia.
Este experto artesano continúa con la tradición de llamar a los vecinos utilizando para ello una armónica o flauta de plástico, con la cual hace notar su presencia a todos los interesados en querer sacar filo a sus herramientas de corte. Gregorio también se ha especializado en la profesión de albañil, a fin de dar sustento a su familia; ya que como afilador de cuchillos, ha visto en los últimos años una notable disminución de sus ingresos y de su demanda.
La causa de esta situación es muy clara. El mercado ahora cuenta con aparatos domésticos que realizan la tarea del afilador callejero, algunos modelos son considerados como los mejores afiladores de cuchillos (si pulsas aquí, tienes varias opciones de compra). Además, existen muchos fabricantes de cuchillos de bajo coste que favorecen que las personas puedan desechar sus modelos viejos y comprar uno nuevo sin afectar su presupuesto.
Comenta este personaje que las personas ya no afilan sus cuchillos como lo hacían antes. Sin embargo, a pesar de su edad sigue recorriendo las calles algunos días por semana, ofreciendo sus servicios en El Carril, Cerrillos y Rosario de Lerma, pero sin buenos resultados. Aunque reconoce que no está capacitado para realizar largas caminatas, sigue haciendo esta labor más que todo por gusto.
Asegura que de la misma manera en que se perdió el oficio de colchonero, el de afilador lleva el mismo destino; ya que prácticamente nadie contrata sus servicios. En la misma situación de Gregorio, se hallan cinco trabajadores más conocidos por él y que se dedican a la tarea de afilar. También comenta que este oficio solo es conocido por los adultos mayores, ya que los jóvenes desconocen de qué se trata.
Por otro lado, este artesano callejero reconoce que actualmente muchos cuchillos baratos no cuentan con materiales de buena calidad capaces de soportar el afilado de su esmeril, por lo que al pasarlos por el mineral se corre el riesgo de dejarlos sin uso, ya que la hoja es muy endeble.
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